Como si fuera poco

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La palabra malvado aparece en el español del siglo XIII. Curiosamente procede de malifatius, 'desgraciado', que viene a su vez de los términos latinos malus, 'malo' y fatum, 'destino'. El correr de los siglos parece disfrazar al sufriente de mala persona, tal vez porque la historia (incluso la de la lengua) la escriben los que ganan. La confusión de desgracia con maldad no se da sólo en los avatares de este término: del mismo modo se llama desgraciado tanto al que sufre un revés del destino como a la persona de moral cuestionable ("¡Fulano es un desgraciado!"). Tampoco esta confusión es exclusiva del español: en francés, por ejemplo, el término méchant(e) surge en el siglo XII, procedente del antiguo francés mescheoir, algo así como 'caer mal' o 'sufrir desgracia'. En aquel entonces, ser méchant o méchante era ser 'desgraciado', 'pobre', 'pequeño', 'sin suerte', pero hacia el siglo XVI (y hasta nuestros días) el significado ¿evoluciona? a: 'que hace deliberadamente el mal o busca hacerlo', o, si se trata de un animal, 'que busca atacar'.
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Bibliografía

J. Corominas.  Breve diccionario etimológico de la lengua castellana  (1961, 3era. ed).
Real Academia Española.  Diccionario de la lengua española  (2001).
J. Rey-Debove y Alain Rey.  Le Petit Robert 2006  (2005).

Foto: París.