La diosa de la estrella del norte

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"Allí donde el Bote del Cielo ha anclado,/ ese lugar será llamado el Muelle Blanco./ Allí donde han sido presentados los sagrados decretos, / ese lugar lo llamaré el Muelle de Lapislázuli".

Yalitza vaga por una ciudad secreta, cupulada, con escaleras que bajan hacia estanques de hielo. La ciudad tiene zócalos de espejo y un muelle blanco. La ciudad tiene un museo de cera y un cementerio de trenes.

Yalitza entra sola a palacios deshabitados, con cortinados espesos y camas con dosel. En la mano lleva un cono de azúcar rosa, como una nube ardiente sobre la boca de un nevado.
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Yalitza mira. Frente a ella un santuario de luciérnagas.
A los bordes del camino, los sombreros sedosos de cientos de hongos color marfil.
En el mar un abismo color calipso, una cascada de arena, una cueva de agua dulce.
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Yalitza, con zapatos de luna oscura, baila donde confluyen trece ríos. Sigue la pista del hada del té blanco.
En lo alto una tormenta de estrellas.
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Faros helados, cisnes mudos, arcos de pájaros bajo la Vía Láctea.
El palacio: constelación ardiente custodiada por un búho hecho de espuma.
Yo también lo vi, también seguí a la estrella polar cuando volvía de lejos.
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Vengo de las montañas. En las dunas de nieve proyecté mi verde sombra.
Bajé por ríos glaciales que se cruzaban y se apiñaban en racimos, cada uno con sus profundas vetas.
Vi a Sedna alzar sus brazos y en las puntas de sus dedos una aurora azul hielo, fantasmal.
Vi lagartos blancos sobre arenas de yeso y flores sin pétalos que brotaban sobre el fin de la estación de las lluvias.
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29/2/2020.
Foto: salar de Talar, Atacama.