L'aurora di bianco vestita

 

En relación con esta historia paso a reseñar algunos viajes realizados en los últimos años que me han permitido ir afinando el análisis. Dado que el punto de partida era una observación en la isla de Santa Cruz, en Galápagos, y aun habiendo identificado los factores que podría reportar como más significativos para el caso (la latitud y la época del año), me interesaba descartar: 

1) Que el fenómeno tuviera especial relación con la ubicación de su escenario en una isla oceánica y que la distancia considerable de la costa jugara algún rol. La visita a zonas agrestes del sur de Florianópolis y la isla de Campeche (cercana a la anterior y no habitada) y las islas Ballestas, en Perú, además de las distantes Fernando de Noronha, en el Atlántico brasileño (a 350 kms. de la costa) y Rapa Nui (Isla de Pascua), en el Pacífico (a 3800 kms.), me proporcionó elementos en ese sentido.

2) Que se tratara de algo vinculado propiamente al Pacífico con todas sus particularidades (sus fallas, fosas, corrientes, etc.). Además de la visita a Rapa Nui y a las islas Ballestas, a esos efectos me serví de una excursión a la península de Paracas, en la costa peruana, y de un paso, en el mismo viaje, por la ciudad de Lima. 

3) Que no estuviera ante algo exclusivo de la latitud 0º sino ante un fenómeno que pudiera ser experimentado también en latitudes próximas. La experiencia de Fernando de Noronha, ubicada a una latitud de 3º 50' y visitada en sus dos estaciones y de las ciudades de Natal (5º 47') y Recife (8º 03'), puntos de partida de vuelos hacia la isla, fue ilustrativa en ese sentido. Todos los lugares visitados entre 2018 y 2024 se encuentran entre las latitudes 0º y 27º. 

4) Que no fuera indispensable realizar las observaciones durante los equinoccios. Con ese fin, y también por algunos otros factores (disponibilidad de pasajes, costos, conveniencia de viajar en ciertas fechas por particularidades de los destinos) me movilicé en diferentes momentos del año, en su mayoría muy próximos a los equinoccios pero también, en ocasiones, aleatorios o cercanos al solsticio de verano. 

5) Que el tipo de territorio con sus peculiaridades, su vegetación semidesértica, etc. (en particular los cactus) tuviera una importancia particular en el tema. Para eso fueron útiles mis visitas al área de Atacama, en Chile, el salar de Uyuni, en Bolivia, la ciudad peruana de Nazca y la península de Paracas. Me interesaba también la vastedad de los espacios vacíos en estas ubicaciones en relación con la ubicación de las Galápagos, aisladas en el Pacífico. 

6) Que la densidad de la vegetación jugara un rol relevante, dado que el camino a Tortuga Bay está muy densamente cubierto, a excepción de la senda de acceso. El sur de Florianópolis, Campeche y Fernando de Noronha ofrecieron las oportunidades más interesantes en ese sentido, pese a contar con flora diferente, más próxima a la mata atlántica.

7) Que la altitud pudiera tener alguna influencia.  Los salares de Uyuni y Talar, Copacabana y la isla del Sol, en el lago Titicaca, y la ciudad de La Paz, con ubicaciones entre los 3500 y los 4000 metros, me dieron la posibilidad de estudiar ese tema, relevante por la prominencia producida en el ecuador por la rotación de la Tierra.

En ninguna de las ocasiones reseñadas volví a escuchar los sonidos que dieron origen a este trabajo. En ese mismo viaje a Galápagos recorrí varios escenarios similares en las islas Isabela y San Cristóbal sin volver a toparme con el fenómeno. Esto puede obedecer tanto a las fechas, que se alejaban del equinoccio, como a la latitud, más cercana al 0º en Santa Cruz que en los centros poblados de Isabela y San Cristóbal, que se encuentran prácticamente en 1º. En base a estos elementos podría aventurar que, excluyendo que exista algún factor presente exclusivamente en la zona en la que los sonidos fueron audibles, se trató principalmente de la conjunción del lugar y el momento indicados. 

Me interesaba también saber si en la fecha de la observación se habían producido tormentas solares de particular intensidad. La información que pude obtener hasta ahora señala que no fue el caso, aunque, llamativamente, una aplicación de inteligencia artificial pronosticara seis tormentas relevantes para ese día. Cabe señalar, sin embargo, que el equinoccio de otoño de ese año en el hemisferio sur, ocurrido días antes, el 20 de marzo, había sido precedido en horas por un eclipse total de sol, el primero de una serie de tres que tendrá esta particularidad (la coincidencia de día con el equinoccio) con eclipses totales separados por lapsos de diecinueve años. La influencia que esto pueda haber tenido en el fenómeno que me tocó apreciar estaría por determinarse. 

8/4/2024.


Referencias

Lijo Jose, C. Vineeth et al. (2020). Response of the Equatorial Ionosphere to the Annular Solar Eclipse of 15 January 2010. JGR Space Physics Vol. 125, Nº 8.

López Soto, Ignacio (2022). Aplicación de técnicas de aprendizaje automático para evaluar y predecir la actividad geomagnética solar en las comunicaciones. Trabajo de fin de grado en Ingeniería en Tecnologías de Telecomunicación, Escuela Técnica Superior de Ingeniería, Universidad Pontificia Comillas, Madrid. Director de proyecto: Miguel Ángel Sanz Bobi. 

Stankov, Stanimir et al. (2017). Multi-instrument observations of the solar eclipse on 20 March 2015 and its effects on the solar ionosphere over Belgium and Europe. EDP Sciences/ Journal of Space Weather and Space Climate Vol. 7.

Foto: Cacimba do Padre, Fernando de Noronha.