Sobre Los cien ojos de la cola del pavo real de Hera, de Magdalena Ferreiro

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En sus libros anteriores, Trinitaria (Ediciones de la Banda Oriental, 2001) y Villa de Niebla (ArteFato, 2004), Magdalena Ferreiro construía un universo de textura tan inquietante como alucinada, un imaginario de colores medievales regido por códigos misteriosos y curiosas jerarquías, donde el lenguaje poético se inventaba a partir de lo arcaico y lo inesperado, sin perder jamás su peculiar consistencia interna.

El nuevo libro de Magdalena, premiado en la instancia 2008 del Concurso de Poesía de la Casa de los Escritores del Uruguay y editado a consecuencia de dicho premio, se aparta radicalmente de aquel mundo de conjuros y pantanos, calabozos y sacrificios, conservando sin embargo esa capacidad para el giro sorprendente, y para relevar lo siniestro con la más elegante ironía, que constituía uno de los rasgos más notables de los dos volúmenes previos.

Se trata de un libro muy breve (apenas 38 páginas), organizado en torno a la perturbadora idea del panóptico, esa construcción de finalidad represiva que imaginó Jeremy Bentham en el siglo XVIII y otros autores reformularon en épocas subsiguientes. En el fondo de casi todos los poemas asoma la idea de acechanza, de poder ejercido o temido, de presuntas libertades que no son tales. Somos, como bien se señala al comienzo, “perdices en tierras de cetrería”: seres atrapados en un complejo sistema de obligaciones y vasallaje, vigilados hasta en nuestros instantes de mayor intimidad por una tecnología maligna. En definitiva, nuestra libertad es ilusoria.

Este nuevo trabajo extiende y complementa el paisaje creativo de Magdalena, trazado con tanta originalidad en su obra anterior y en su disfrutable blog, “La daga de fuste”, donde la mirada certera de la autora recae también sobre curiosidades urbanas bajo la forma de raras fotografías. Varios formatos, en suma, para una estética creada desde el talento y elaborada desde la imaginación.

Laura Chalar, Lamás Médula (Argentina), 2009.